Marc Holthof. Kortrijk. 1998
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Marc Holthof. Kortrijk. 1998

Catálogo exposición “Masks of the Glance”. Galería Athena Art, Kortrijk y Galería Wind, Soest. Septiembre 1998


CIRIA

Marc Holthof

 

Nacido en 1960, José Manuel Ciria comenzó a alcanzar fama en España a principios de los años noventa, haciéndose posteriormente conocido también en otros países. Se han organizado diversas exposiciones de su obra en Alemania y Francia, y recientemente una selección amplia de sus trabajos ha sido exhibida en Nueva York. Ahora, sus cuadros se exponen simultáneamente en Bélgica y Holanda. En Ciria reconocemos hoy a uno de los principales artistas españoles de su generación; su obra ha sido adquirida para las colecciones de diferentes museos e instituciones en España y en el extranjero.

 

La obra de Ciria se caracteriza por su tangibilidad, por su poderosa presencia, que al ser observada desde la perspectiva de los Países Bajos, produce en la mirada un efecto inequívocamente “español”, terrestre, incluso erótico. Ciria utiliza óleos y grafito sobre unos fondos de lienzo plastificado, extraído en ocasiones de reutilizadas lonas y toldos de camiones o trailers; los soportes seleccionados no son vírgenes: están manchados, desteñidos, marcados por los anclajes, el roce, las barras de sujeción. La estructura de los fondos elegidos por Ciria es verdaderamente magnífica, el artista la emplea como si fuera una piel de serpiente sobre la que se desarrollan las diferentes escenas.

 

En los últimos años, Ciria nos ha presentado diversas series de cuadros en mediano y gran formato, en los que de forma ocasional ha reducido su paleta de colores únicamente al blanco y negro, manteniendo los trazos de grafito y unos fondos grisáceos, marrones y ocres. El blanco y el negro parecen luchar por ocupar y llenar la superficie, transformándola en un pergamino o palimpsesto escrito, tallado, trabajado con dureza. Una evocación a un campo de batalla, donde el color es aplicado virtuosamente, consiguiendo una pintura intensa y orgánica que se convierte en pétrea o en un ácido corrosivo que hiere al lienzo o cicatriza su piel amada y torturada.

 

Algunas veces, el artista escoge fondos negros para sustituir los grises/ocres habituales, y aplica sobre ellos manchas abstractas y místicas en tonos rojizos, blancos y grises. Asimismo, en una de sus ultimas series predominan los matices azulados que determinan la superficie y los aparentes relieves de las telas abstractas. Ciria también ha realizado infinidad de cuadros mediterráneos, de especial intensidad, con tonos marrones y rojizos que pueden sugerirnos marcas realizadas con sangre sobre lonas de fuerte tono amarillo.

 

Se ha comentado, que la pintura de Ciria puede equipararse a los líquidos corporales: sangre, semen, pus, eyaculados con gran violencia sobre el fondo del lienzo, para después ser lavados, rascados, heridos. Esta comparación puede describir, a su vez, los viscerales efectos que estos trabajos producen ante el público. El ingenio con el que la pintura de forma natural y orgánica es aplicada resulta absolutamente impresionante. La obra exhibe tal evidencia que parece no poder ser ocasionada sino por el paso del tiempo. Las manchas, las cicatrices y marcas, procuran una desigualdad en sus estratos que cada una parece relatar su propia historia.